¿Y qué pasaría si las palabras perdieran ese poder que despiertan nuestras esperanzas y reviven nuestra infancia?
¿Y si Alicia nunca hubiese ido a tomar el té, seguiría siendo divertido sólo verla retozar al pie del árbol?
Nunca jamás se reduciría a una simple expresión negativa sino, hubiésemos jugado y reído con los niños perdidos.
¿Qué pasaría sino pudiésemos viajar por esos mundos a los que nos lleva la lectura?
Viviríamos sin castillos mágicos, zapatillas extraviadas, manzanas envenenadas, y ese tan añorado y merecido felices por siempre.
Leer, que mejor manera para hacer de cada día un mejor día.
Por: Juan Pablo Montoya Montoya
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